LIMA:
DE LA CIUDAD JARDÍN A LA CIUDAD GRIFO
Hasta el más despistado debe haberse percatado de la
invasión de grifos. Había 1,447 grifos en 1990, pero en 1997 ya
eran 3,109, y la mayoría espectacularmente renovados. ¿Cócha pacha? ¿Algún
récord Guinnes en camino? Por si acaso, no tenemos nada contra los grifos, sólo
estamos dando cuenta de un cambio urbanístico que salta a la vista.
Es evidente
que para encontrar un grifo no se tiene que
andar mucho, hay uno en la esquina, otro a la vuelta y otro bien encaletado entre la espesura urbana.
Apelando a la diversidad de nuestros gustos y colores, existen de todos los
modelos y tamaños, los super gigantes, los discretos, los super modernos, los pequeños,
los coloridos, los pobretones, los feítos, y hasta los clandestinos; pero en
suma han matizado la otrora Ciudad de los Reyes para, tal vez, convertirla en
la ciudad de las múltiples estaciones.
Tratar de
entender la causa de este sorprendente crecimiento puede resultar más que
complejo. Todo empezó en junio de 1992 cuando se subastaron los primeros grifos de PetroPerú, proceso que
terminó en diciembre del mismo año. Se
vendieron 78 grifos en nada más ni nada menos que 38 millones y medio de
dólares... cosa seria ¿no?
En 1990
existían en el Perú 1,447 grifos, en 1993 ya eran 1,750. La certeza de un
negocio próspero y la promulgación de leyes que pusieron el precio de los
combustibles en manos de la oferta y la demanda, convirtieron a transnacionales
e independientes en permanentes competidores, hasta llegar en 1997 a un total
de 3,109 grifos a nivel nacional, de los cuales se calcula que 50% se
encuentran en Lima.
Y cómo lo hace , cuál es el secreto...
La ley
general de hidrocarburos dispone, y esto es importante, que cualquier persona natural (Juan Pérez),
o jurídica (Mobil, Shell, etc.), nacional o extranjera, puede construir y echar
a andar un grifo, sin restricción en el espacio mínimo entre uno y otro, esto
último explica en parte el hecho de que en una misma cuadra, en una sola intersección
se encuentren instalados tres grifos (todos sabemos que no es una exageración).
Para los incrédulos, un botón de muestra, si usted decide ir a la playa (mejor
si su destino es el norte) y se asoma por la ventana ejercitando su curiosidad,
podrá darse cuenta de lo que estamos hablando, sólo entre el kilómetro 20 de la
Panamericana Norte y el kilómetro 43 (llegando a Ancón) hay más de 40 grifos.
¿Sorprendidos?
Los
requisitos que exige el Ministerio de Energía y Minas para construir y poner en
funcionamiento un grifo o estación de servicio, no son nada del otro mundo. La
municipalidad provincial otorga la licencia de construcción. El estudio de
impacto ambiental, la verificación de las condiciones de seguridad, la
autorización de instalación, de uso y funcionamiento son labor de la Dirección
General de Hidrocarburos, y finalmente la municipalidad distrital será la
encargada de emitir la licencia de apertura.
Si es que no hay dificultades en el camino, esto se hará efectivo (todo
el proceso), en un tiempo récord de 60 días. Esto, en buen cristiano,
significa que poner un grifo puede resultar
más fácil que sacar la nueva libreta electoral (es una broma).
Dicha celeridad en los trámites sumada
al crecimiento del parque automotor y a la mayor inversión en el sector, da como resultado que los
grifos se multipliquen velozmente.
Según
especialistas, un grifo puede llegar a costar en términos de inversión entre
800 mil y un millón de dólares si es que hablamos de los sofisticados,
digitales y con mercadito incorporado.
¿Qué oferta tienes chochera...?
A pesar de
que el número de grifos es elevado y pareciera ya no ser muy rentable, éstos se
han ingeniado y dotado de las más singulares técnicas para ofrecer servicios
paralelos, unos sin duda más antiguos (lavado, engrasado, afinamiento, etc.) y
otros totalmente novedosos (con fast food, farmacias, cajeros automáticos y
demás chucherías). La promoción de sorteos, el regalo de polos, gorritos,
carritos de colección, gaseosas heladitas (depende del lugar donde se compre
gasolina), están a la orden del día y develan la peleada competencia en el
negocio de tanques y mangueras; se suma a esto la buena o mala atención de los
griferos (personal de servicio), que ahora se ve chocolateado, ya no está
únicamente el típico vendedor medio, tío y casi siempre molesto, sino un stock
renovado de risueños jóvenes y
simpáticas señoritas que en más de un establecimiento dejan con la boca
abierta a propios y extraños. "La gente viene y te pregunta ¿qué
oferta tienen? y si no les gusta se siguen de largo, y se van a comprar en el
otro grifo" dice con cara de asado Piero, que aspira a ser el mejor
vendedor del mes, por lo cual recibirá un incentivo extra a los 350 soles que
gana. Pero esta táctica de los adicionales y los regalitos data de los inicios
del grifo en Lima, la revista El Motor
afirma que: "en los años 20 había grifos que por la compra de gasolina
entregaban timbres de seguro valorado en dos centavos, otros entregaban
tarjetas de descuentos de tres centavos, y otros daban cinco centavos de
descuento por cada galón que vendían a un sol". En relación con los
precios, actualmente estos varían de acuerdo a la zona, al distribuidor y a la
cantidad. Por ejemplo en el caso de la gasolina 84, el precio fluctúa entre S/.
4,95 el galón a S/. 5,30 según sea gasolina aditivada de Shell, Mobil o Texaco,
centavos más, centavos menos, de los cuales la gente aún no es consciente salvo
los más involucrados por obvias razones, como los microbuseros y taxistas. Por reglamento los grifos deben de
exhibir en un lugar visible el precio de sus productos por octanaje.
En el grifo bajan
Pero los grifos no sólo son multifuncionales por los
servicios que brindan, sino más bien por la manera de insertarse en la vida
cotidiana de medio mundo. Son las doce de la noche, el santo aún no comienza,
la bodega de la esquina está cerrada, la salvación: un grifo; cervecitas
heladas y papitas fritas 24 horas al día. La gente no ubica la casa de Tato,
punto de encuentro: el grifo, luego vamos en mancha. Se te antojaron comer
donuts o hamburguesitas, una pasada por el grifo y luego a ver qué se hace. Es
de noche y al fondo está oscuro, sería mejor esperar en el grifo, que es más
iluminado. Subiste a un taxi, tienes 50 soles y el chofer no tiene cambio, un
grifo te saca de apuros, siempre hay sencillo. Estas situaciones son más que
recurrentes y seguramente más de una vez hemos estado en alguna de ellas, y
cómo poder dejar de lado la oficialidad de los grifos como paraderos de
transporte público y el consabido por favor señor, en el grifo bajan
(Glatzer Tuesta y Heid
Grossmann, IDL)