Desgracias anunciadas
Johana Carhuatocto y Jefferson Pintado, con el apoyo de George Matienzo Vidal
IDL – Seguridad Ciudadana
La noche en que lo perdió todo, Alberto Hurtado (43) y su familia no durmieron en lo absoluto, la lluvia los ahogaba y el lodo cubría sus cinturas. Nunca olvidarán cuando su vivienda se convirtió en una laguna de lluvia y desesperación. El azote del aguacero y truenos interminables durante aquella madrugada sombría y lodosa se extendía en una interminable pesadilla.
“Yo he perdido todo en la última lluvia, todas mis cosas se cayeron al agua, mis cosas se enterraron con barro. Ahora nos toca empezar de cero, por mis hijos”.
Para la familia Hurtado y los pobladores del asentamiento Keiko Sofía Fujimori, la fatalidad de aquella madrugada se convirtió en una emoción más antigua y paralizante: el miedo –intenso y perverso– de quedarse sin nada: sin casa, muebles, electrodomésticos e incluso la esperanza de recuperar sus antiguas vidas. Lo poco que les quedó (calaminas, maderas y posesiones cubiertas de lodo) fue saqueado y hurtado en los días posteriores por delincuentes de zonas aledañas.
Un total de 33 casas fueron afectadas en este sector. Sin un hogar, decenas de familias buscaron un refugio en áreas de evacuación como La Videnita, la cual no pudo darse abasto para todos los refugiados. Alberto y su familia de nueve integrantes, sin tener a un lugar a donde ir, comparten con sus vecinos una pequeña habitación, hacinados y en medio de ese aire enrarecido provocado por el aniego y las aguas servidas.
Así como los pobladores del asentamiento de Keiko Fujimori, miles de familias han sido vulneradas por las fuertes lluvias en Piura, las más intensas registradas desde el 2017. Estas dañaron viviendas y establecimientos públicos, además los desbordes del río y quebradas que azotaron la región destruyeron hospitales, postas, carreteras, puentes y aislaron distritos completos como Canchaque, Sapillica, Chulucanas y Tambogrande.
El Centro de Operaciones de Emergencia Nacional (COEN) reportó, hasta el 26 de abril, un total de 138 centros de salud perjudicados por las precipitaciones, por ello se evacuó y trasladó a pacientes en estado de emergencia a distintas instalaciones, entre ellas el Hospital Santa Rosa. El reporte del COEN indica que 46960 viviendas quedaron afectadas y 3882 totalmente inhabitables. Las precipitaciones ocasionadas por el ciclón Yaku cobró la vida de 21 personas, dejando dos desaparecidos, 132666 afectados y alrededor de 14629 damnificados.

Urbanización Las Dalias en el distrito Veintiséis de Octubre en Piura
La reconstrucción que nunca llegó
Ruth Córdova Marchena (40) vivió uno de los eventos más devastadores de Piura: el fenómeno de El Niño del 2017. Seis años después vuelve a vivir el mismo escenario: observa la manera en que su calle –La Felicidad, ubicado en la urbanización Las Dalias– se inunda a través de la confluencia de las lluvias provocadas por el ciclón Yaku y el masivo colapso de los desagües que a su vez forman aniegos hediondos e insalubres.
“La reconstrucción sin cambios” parece ser la piedra de Sísifo, una obra inconclusa que se eleva y vuelve a derrumbarse al año siguiente. Una imagen de la sempiterna falta de eficiencia y voluntad por parte de funcionarios públicos. Según la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios, se financió con S/. 400 millones para reducir la vulnerabilidad frente a los incrementos del caudal del río Piura, además de obras de mejoramiento del drenaje pluvial en la ciudad. A pesar de ello, solo se ha ejecutado un 9% de los recursos destinados para acciones proyectadas en prevención y se reporta que hasta ahora el drenaje fluvial en Piura se encuentra en un avance del 0%, en Paita del 1% y en Sullana del 2%.
Para completar esta escena desoladora, también se evidencia una disminución exorbitante en los presupuestos anuales para la Reducción de la Vulnerabilidad y Atención de Emergencias por Desastres. Según datos del Ministerio de Economía y Finanzas, en el 2017 el presupuesto alcanzó los S/260 millones con una ejecución mezquina del 27%; durante el 2018, se asignó un monto presupuestal de S/217 millones con una ejecución del 40%; el 2019 se designó alrededor de S/228 millones con una ejecución aproximada del 40%; el 2021 se reporta una reducción inusitada del presupuesto para las acciones de prevención, alcanzando un monto presupuestal de S/118 millones; el 2022 se designaron aproximadamente S/80 millones y durante el 2023 sólo alcanzó S/28 millones de soles de los cuales se ejecutó el 7.1%. A pesar de la propensa vulnerabilidad de la región ante las lluvias ocasionadas por fenómenos meteorológicos como el ciclón Yaku o el Fenómeno del Niño, los presupuestos para atender estas demandas se reducen año tras año y no se ejecutan en un 100%. De un presupuesto total aproximado de S/1135.7 millones desde el 2017 al 2023 sólo se ha ejecutado un 43.6% de este.
Frente a esta realidad, la ciudadanía percibe que la ineficiencia y la inercia parecen ser elementos orgánicos del funcionamiento de los distintos niveles institucionales del gobierno, que no han realizado acciones necesarias para prevenir y mitigar el estado crítico de la región.
“Hay que esperar a que la lluvia pase”
Tras los embates del ciclón Yaku, que llevó a declarar en emergencia a la región de Piura a través del Decreto Supremo Nº 029-2023-PCM, se han movilizado miles de personas y organizaciones bajo la consigna de ayudar a los afectados. Sin embargo, las pocas acciones del gobierno, liderado por la presidenta Dina Boluarte y el primer ministro Javier Otárola, han sido criticadas por su falta de coordinación, liderazgo y voluntad. A estos se le suma la poca comunicación del gobierno central con los gobiernos regionales y locales.
La ciudadanía exige respuestas claras al gobierno y las municipalidades. Manifiestan una profunda disconformidad ante la falta de recursos y personal capacitado para revertir esta situación, así como una distribución acorde al impacto y las nuevas necesidades generadas en este contexto de catástrofe, ya que los suministros y la ayuda no llegan a quienes más lo necesitan. Lo que incrementa el sentimiento de indignación y abandono por parte de las autoridades.
Por su parte, el alcalde provincial de Piura, Gabriel Madrid, junto a distintos alcaldes distritales convocaron a un paro ante la inoperancia del ejecutivo, además de exigir la transferencia del presupuesto extraordinario para afrontar las consecuencias provocadas por el ciclón. El Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) había anunciado una transferencia de S/500 millones, sin embargo, este dinero no ha llegado aún. El paro, si bien es una medida legítima, también ha servido a los gobiernos locales para transferir las críticas al ejecutivo.
En protesta realizada el 18 de abril participaron autoridades locales, colegios profesionales, sectores empresariales, la iglesia católica y la sociedad civil. La ciudadanía reclama acciones inmediatas ante los damnificados porque varias zonas de Piura permanecen inundadas y se necesitan con urgencia motobombas para desaguar calles y viviendas como en la urbanización de Ignacio Merino ubicada en el distrito Veintiséis de Octubre. Asimismo, es necesario la implementación de infraestructura de prevención para prepararse ante futuros desastres naturales que parecen inminentes.
En ese contexto, es inaudita la declaración de la presidenta Boluarte, máxima autoridad del Estado peruano: “Hay que esperar que la lluvia pase para recién poder ayudar”. Llevar a cabo un plan de esta naturaleza resulta la condena de toda una población que lo ha perdido y lo seguirá perdiendo todo ante la desidia de las autoridades. Es menester tomar medidas urgentes para coordinar los esfuerzos de ayuda y enfrentar la situación con planes concretos a corto y largo plazo.
Aunque la presidenta ha visitado algunas zonas afectadas para calmar las críticas, su presencia no ha sido suficiente y algunos ciudadanos han señalado que “solo llega para la foto”. La ciudadanía le exige más que eso, que tome el liderazgo y las riendas del problema. En ese sentido, hay muchos quienes se preguntan a raíz de su imagen displicente, si realmente está preparada para liderar al país.
Por ahora, Piura seguirá padeciendo el mismo problema anacrónico y vetusto que lo aqueja: calles, pistas y veredas del centro de Piura destruidas y convertidas en grandes charcos de lluvia y lodo, a pesar de que hace diez meses se culminó el proyecto de recuperación de pistas y veredas del centro Histórico de Piura, ejecutada por la Municipalidad Provincial de Piura, con una inversión de más s/ 7. 5 millones de soles que ahora ha quedado totalmente destruido.
Hasta la llegada de soluciones efectivas, la población seguirá conviviendo con aniegos de lluvias y aguas servidas, que se convierten en focos infecciosos para la proliferación del dengue y enfermedades gastrointestinales. Las avenidas seguirán literalmente pudriéndose y los refugiados seguirán esperando hasta que la ayuda llegue algún día a sus puertas o carpas.
La cuestión profunda, dramática e insondable es ¿quién llegará primero? La ayuda o un nuevo Fenómeno del Niño, estimado entre abril y mayo del 2023 por el Sistema Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú (SENAMHI). Esperemos que lo primero, ya que, de lo contrario, se avecinan más desgracias sobre la ya golpeada población piurana.