El ministerio del escándalo: el camino a los 100 días en el MININTER y la PNP

El ministerio del escándalo: el camino a los 100 días en el MININTER y la PNP

Stefano Corzo Vargas

Haces unas semanas hicimos entrega de un balance inicial  sobre la gestión del ahora exministro del Interior, Juan Carrasco Millones. En ella nos adentramos principalmente en las promesas electorales en materia de seguridad del presidente Castillo por las cuales debió responder el abogado y fiscal Carrasco Millones cuando asumió la cartera del Interior. De manera concreta, nos referimos a la polémica desatada por la cuestión de las “rondas urbanas” y también a la “expulsión de los delincuentes extranjeros”.

Lastimosamente para el exministro Carrasco el tiempo le quedo corto. Como ya se venía advirtiendo, el presidente Castillo estaba preparando algunos cambios ante la más que probable denegación de la confianza del gabinete presidido por Guido Bellido en el Congreso de la República y, entre las sorpresas, Carrasco Millones también fue sustituido.

Pero la breve gestión del ministro Carrasco no solamente se dedicó a apagar los incendios ocasionados por la verborrea del presidente. Algunas de las acciones tomadas durante su administración podrían tener una cola de la cual todavía no hemos podido avizorar su puntiagudo final. Otras recién empiezan a asomar su cabeza. En esta ocasión, nos referiremos concretamente a los cambios producidos en la cúpula de la Policía Nacional del Perú (PNP) —así como algunas direcciones importantes del MININTER— durante la breve gestión del exministro.

Problemas en la Policía

No cabe duda de que la PNP ha sido una de las instituciones del Estado más afectadas por la crisis sanitaria. Miles de sus miembros padecieron los nefastos efectos de la enfermedad que puso en jaque al mundo y, lastimosamente, cientos de ellos han fallecido por la gravedad de sus afecciones.

“El número de fallecidos en la Policía es enorme, doloroso, y es la institución pública con mayor cantidad de personal fallecido por el covid-19”, resaltó José Elice en una de sus últimas entrevistas antes de dejar la cartera del Interior luego de la reciente contienda electoral.

Pero los problemas en la Policía durante estos casi dos años no se han limitado al impacto inmediato de la pandemia sobre su personal.

El sector Interior se ha convertido en una de las entidades más volátiles del Estado. El ministro Carrasco Millones ha sido la novena persona encargada en asumir las riendas del sector en aproximadamente un año y medio. Algunos ministros, como Cluber Aliaga, duraron días en el cargo.

En la Policía se puede ver un patrón similar, aunque no tan convulsionado. En ese mismo periodo de tiempo, ha habido cinco comandantes generales en la cabeza de la PNP. En algunos casos también durante brevísimos periodos de tiempo. El teniente general Max Iglesias Arévalo, por ejemplo, solo se mantuvo por diez días a cargo de la institución antes de ser relevado.

¿Qué factores han ocasionado esta rápida y sucesiva ejecución de cambios en el sector?

El MININTER fue un sector se mantuvo relativamente estable por un periodo de casi dos años con el teniente general PNP José Luis Lavalle al mando de la institución policial y el general PNP Carlos Morán a cargo del Ministerio del Interior (MININTER).

Pues, como la institución misma, la respuesta a esta interrogante es compleja y multicausal. No obstante, podemos intentar señalar un punto de partida a esta espiral de cambios en el sector: el escándalo suscitado tras conocerse las irregularidades cometidas por un conjunto de generales, comandantes y coroneles de la PNP en la adquisición de material de bioseguridad para el personal policial, como también en la contratación de servicios de desinfección de algunos recintos de la institución durante el inicio de la pandemia.

Como podemos ver, la situación es tan irónica como trágica.

La propia Policía —al menos, a través de sus peores elementos— marcaron el inicio de una debacle institucional que ni ellos mismo podían predecir.

Quizás todavía sea difícil entender la magnitud real de lo sucedido, pero el humo se ha comenzado a disipar y, de repente, las cosas lentamente van encajando en su lugar.

En el Perú, la historia reciente de la Policía parece no avanzar en base a rupturas o reformas significativas sino escándalos. Recordemos el impacto que tuvo el operativo fallido realizado en la discoteca Thomas Restobar en Los Olivos y las investigaciones del mismo en el sector y en la institución.

Por lo tanto, no debería sorprender a nadie que la siguiente gran conmoción institucional haya sido provocada por otro escándalo. Está vez de escala internacional.

La usurpación del poder a manos del anterior congreso y la vacancia presidencial ilegitima que se gestó desde ese espacio desató una ola de contundentes protestas a nivel nacional e internacional. Manuel Merino intentó aferrarse al poder de todas las formas posibles y se respaldó principalmente en la Policía para ello. El resultado, como todos sabemos, fue nefasto. Y el desenlace terminaría afectando a la Policía de varias maneras.

El “gobierno de transición y emergencia” encabezado por Francisco Sagasti sabía que debía enmendar los excesos e irregularidades cometidas por la Policía durante la represión de las marchas. La relación de la PNP con la comunidad había quedado completamente rota. La decisión tomada estuvo llena de cuestionamientos y polémica: 18 generales del escalafón policial fueron pasados al retiro, incluyendo el entonces comandante general, Orlando Velasco.

La purga policial fue cuestionada por su legalidad, pero sobre todo por sus formas. El general Velasco que poco o nada tuvo que ver con la represión durante esa semana —recientemente se había recuperado de un cuadro muy grave de COVID-19 y Jorge Lam, subcomandante general de la PNP, asumió el cargo de la institución durante su ausencia y durante las marchas— manifestó su rechazo y discrepancia con la medida , incluso durante la ceremonia de relevo organizada para el nombramiento del general PNP César Cervantes como nuevo comandante general, hasta entonces agregado policial en España.

El razonamiento detrás del nombramiento de Cervantes nunca fue del todo esclarecido. Es decir, la necesidad de purgar a todo un comando para saltar hasta el puesto 15 en el escalafón policial donde se encontraba Cervantes. La decisión parece haber sido impulsada por una recomendación del exministro Rubén Vargas, quién irónicamente también dejaría su cargo por otro escándalo.

Pese a que el periodo liderado por José Elice y César Cervantes en el sector significó un respiro necesario luego de una ola vertiginosa de cambios y relevos, algunas direcciones clave de la institución policial han experimentado alteraciones considerables.

A inicios de marzo del presente año, la División de Investigación de Delitos de Alta Complejidad (Diviac) fue prácticamente desmantelada: 91 de sus 161 agentes fueron removidos de sus cargos y destacados a otras unidades policiales. Este proceso pareciera obedecer más a una lógica de enfrentamiento y competencia interna entre dos organizaciones especializadas en inteligencia. Por un lado, la Diviac y, por otro, la Dirección de Inteligencia del ministerio del Interior (Digimin). César Prado de IDL-Reporteros  ha publicado un artículo bastante completo sobre las razones y movidas internas que provocaron estos cambios, las cuales podemos deducir quizás no se hubiesen producido si Cervantes no llegaba al puesto de comandante general.

Los resultados de las últimas elecciones generales tampoco han tenido un efecto estabilizador en el sector. Todo lo contrario, los escándalos se han ido acumulando. La designación de Carrasco Millones atrajo cuestionamientos por las formas de su designación: la renuncia del exfiscal, días antes, a su cargo en el Ministerio Público hizo surgir dudas por el supuesto conflicto de intereses en el cual podía estar incurriendo al asumir las riendas del sector.

No obstante, los cambios dentro del MININTER resultaron ser mucho más ruidosos aún. La supuesta pretensión de designar a Grover Mamani Condori , ingeniero agrónomo y profesor de 51 años e integrante del movimiento magisterial en Puno, en el cargo de director general de Gobierno Interior provocó la renuncia de los viceministros de Orden Interno, Carlos León Romero, y de Seguridad Pública, Nicolás Zevallos Trigoso, quienes asumieron esas funciones durante el gobierno presidido por Francisco Sagasti.

En las cartas de renuncia que ambos funcionarios presentaron se mencionan supuestas “decisiones cuestionables” [insertar enlace sobre negrita: que se pretendían realizar sobre los ocupantes de puestos clave del sector. Específicamente, cuestionan la aptitud y el perfil de las personas nombrabas para ocupar algunos cargos al no cumplir con los requisitos fundamentales para los mismos.

A pesar de que la pretendida designación de Mamani Condori fue infructífera, las polémicas decisiones no terminaron allí. El nombramiento del mayor PNP José Fernández Latorre como titular de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI) del MININTER también levantó muchas miradas y no pocas críticas. Nuevamente, se trataba del caso de una persona cuya experiencia profesional en el área donde había sido encargado era poca o nula.

Pero Fernández Latorre no solamente fue objeto de polémica, sino que también la provocó al disponer la salida de nueve directores y asesores  de la Alta Dirección de la DINI. Entre los cambios más sonados se produjo la incorporación del general PNP Gustavo Bobbio Rosas, cuya cercanía a personajes como el general Nicolás Hermoza Ríos (comandante general del Ejército del Perú durante el Fujimorato) y Antauro Humala, ambos en prisión, es muy provocadora por decir lo mínimo.

El último de los cambios importantes vino como sorpresa el dos de setiembre, día en que la selección nacional de futbol se encontraba disputando un partido contra su par uruguayo en el Estadio Nacional. El comandante general de la PNP César Cervantes se encontraba en las instalaciones del estadio para supervisar las medidas de seguridad cuando los medios presentes le consultaron sobre su supuesta destitución. El teniente general Cervantes respondió que hasta el momento él no había sido notificado sobre su relevo, sin embargo, no debió esperar mucho para saberlo. Al día siguiente fue publicada una resolución suprema en el Diario El Peruano que daba cuenta de su pase al retiro y la designación del general Javier Santos Gallardo Mendoza como nuevo comandante general de la Policía Nacional del Perú.

Poco o nada se dijo sobre este último cambio. El todavía ministro del Interior, Jorge Carrasco Millones, aludió en una entrevista que la decisión se había tomado por determinaciones propias e internas del gobierno , pero las razones reales nunca fueron del todo esclarecidas.

“En política no existen coincidencias” versa un refrán del saber popular. La evidente disputa interna entre la inacción de Pedro Castillo y la impulsividad de Vladimir Cerrón ha quedado marcada desde el inicio de este gobierno. El caso “Los Dinámicos del Centro” como el caso “Cócteles” es solo uno en una larga lista de investigaciones que involucran a políticos y requieren del trabajo especializado de las Fiscalías Especializadas en Delitos de Lavado de Activos, pero también de unidades policiales especializadas como la Diviac, la DINI, La División de Lavado de Activos de la PNP, entre otras.

Hasta aquí la larga lista de cambios y decisiones que hemos mencionado en el sector Interior y la Policía señalan un panorama cada vez más preocupante por la naturaleza de los mismos, pero también por su volatilidad. En la actualidad, Carrasco Millones ha sido reemplazado en la cabeza del MININTER por el abogado Luis Barrenzuela, cuya cercanía al secretario general de Perú Libre nuevamente ha encendido los reflectores de la prensa. Su nombramiento, además, provocó la renuncia de Fidel Pintado Pasapera, hasta entonces presidente ejecutivo de DEVIDA (Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas) quién rechazó las declaraciones  que el nuevo ministro del Interior hizo en contra de la institución que dirigía. Finalmente, el mayor PNP José Fernández Latorre ha sido sustituido también como titular de la DINI por el coronel PNP, Luis Flores Solís. Los cambios no paran.

Sería muy difícil (y negacionista) sostener que la prensa y los medios han sabido mantenerse ajenos al clima de polarización que las últimas elecciones generales propiciaron al escenario nacional. Sin pena ni gloria, los sectores más reaccionarios y conservadores de nuestra mass media se han retirado el velo de la “imparcialidad” que fingieron durante las décadas de transición democrática y, ahora, sostienen un cargamontón incesante contra el nuevo gobierno.

Pero tampoco podemos tapar el sol con un dedo. Las aspiraciones arribistas de los sectores más rancios del partido de gobierno (si todavía lo es) han quedado plenamente demostradas y, peor aún, en tiempo récord. En el MININTER y la PNP, uno de los sectores más importantes y complejos, la improvisación parece haberse convertido en moneda corriente.

Evidentemente, del otro lado de la historia, las cosas probablemente no hubiesen sido mejores. Si Keiko Fujimori ganaba las últimas elecciones la posibilidad de que las decisiones en el sector serían idóneas es casi nula. Quizás nuestro destino siempre fue el escándalo.

 

2 Comentarios en “El ministerio del escándalo: el camino a los 100 días en el MININTER y la PNP”

  1. La función policial es apolítica y lastimosamente cada día tiene más de ella; todos los errores y horrores políticos recaen en última instancia en los policías que no pueden cuestionarlos sino sólo velar por el orden. La Policia requiere apoyo y legislación que garantice su desempeño lo cual es muy remoto en la presente administracion

  2. Aldo Figueroa Rodríguez. dice:

    La Policía Nacional del Perú, Institución tutelar del Estado, necesita con urgencia que la reivindiquen, le devuelvan la dignidad institucional arrebatada y empoderarla constitucionalmente y a través de las leyes pertinentes; confiriéndole la autoridad que le otorga el Estado, con la fuerza del imperio inherente a su propia función de policía.
    Ningún político o gobernante de turno debe interferir en el desarrollo profesional de la Institución, limitar sus funciones o legislar para avasallarla o sojuzgarla.
    LA PNP. no está al servicio del gobierno de turno, sino se debe al país , a la Nación en la búsqueda del bienestar y seguridad colectiva.
    El Perú se merece una Policía digna y eficaz.

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