Indígenas de la comunidad Pakún en Amazonas presentan demanda exigiendo agua potable
A primera hora de la mañana se acercó a la sede de los juzgados civiles en la ciudad de Bagua Chica, el apu Jesús Saam Inkatea de la comunidad awajún Wachapea, para presentar una demanda exigiendo la instalación de los servicios públicos de agua potable, conexión eléctrica y recojo de basura para los más de cuatrocientos cincuenta pobladores de la comunidad Pakún, uno de los anexos de su localidad.
La demanda elaborada con el patrocinio del equipo de abogados del área de litigio constitucional del Instituto de Defensa Legal y el respaldo del Gobierno Territorial Autónomo Awajún, va dirigida contra el municipio distrital de Imaza por el recojo de residuos sólidos, así como contra la empresa estatal Electro Oriente y el Ministerio de Energía y Minas por la exigencia de instalación eléctrica para las viviendas y contra el municipio provincial de Bagua, el gobierno regional de Amazonas y el Ministerio de Vivienda por la falta de agua potable y alcantarillado. Como tercero se incluye al Ministerio de Economía, al ser responsable de asignar las partidas para los servicios públicos descritos.
Cabe recordar que entre enero y febrero de 2016 los ríos Marañón y Chiriaco que alimentan a la comunidad, sufrieron el derrame de dos mil barriles de petróleo crudo, poniendo en riesgo la salud de los niños y demás habitantes que consumen el agua fluvial ahora infestada de hidrocarburos. Según una resolución de la OEFA de 2019, el desastre fue responsabilidad de Petroperú por falta de mantenimiento del oleoducto norperuano.
Respecto al derecho básico al agua potable al cual no pueden acceder los indígenas de la comunidad Pakún, una sentencia del Tribunal Constitucional del 2007, diez años anterior a su reconocimiento como derecho constitucional, señala que no sólo es esencial para la vida y dignidad del ser humano, sino que está intrínsecamente ligado a otros derechos fundamentales como la salud, el trabajo y el medio ambiente. Para su pleno cumplimiento se requiere el acceso de las personas al agua potable, su calidad y suficiencia en cantidad que garantice las funciones cotidianas de cualquier ser humano.
La titularidad de la comunidad awajún Wachapea junto a sus seis anexos sobre sus actuales territorios fue reconocida en 1975. Décadas de promesas incumplidas por parte de sucesivos alcaldes sobre la instalación de agua y luz según refiere Jesús.
“En verano las mamás y los niños siempre van a bañarse y lavar sus frutos al río Chiriaco porque no hay otras fuentes. Entonces cuando aumenta el río puede peligrar la vida de los niños” comenta el apu. Para cocinar, las familias hierven el agua que extraen del afluente. “Vemos una vida muy triste, muy preocupante y muy indignante”.
“En ese río Chiriaco, todos los animales muertos, reptiles, siempre se arrastran y se quedan en el puerto de la comunidad Pakún. Para no hacer más daño, se pone a hervir el agua”.
La inacción del municipio distrital en el manejo de los residuos sólidos induce a que lamentablemente muchas familias terminen arrojando su basura a las riberas del río Chiriaco, donde la contaminación de microorganismos se suma a la del crudo vertido hace pocos años.
Si bien desde hace pocos años la comunidad Pakún ya cuenta con una escuela inicial y primaria, en toda la localidad hay instalado un solo punto de electricidad desde el cual se distribuye al centro educativo y algunas de las viviendas con cables colocados artesanalmente por los mismos indígenas, representando un gran peligro en épocas de fuertes lluvias.
Mientras los niños awajún hacen las tareas que les dejan los profesores a la luz de las velas, Jesús refiere que tiene la vista corta por haber pasado también los primeros años de su vida resolviendo sus deberes escolares alumbrado por un rudimentario mechero.