Jorge Baca, jefe de misión de la OIM: “El bono universal debe incluir a toda la población vulnerable”

Jorge Baca, jefe de misión de la OIM: “El bono universal debe incluir a toda la población vulnerable”

Entrevista por Aldo Pecho Gonzáles

IDL-Seguridad Ciudadana

La pandemia provocada por la enfermedad del nuevo coronavirus ya tiene dos meses de haber llegado al Perú. La difícil situación de salubridad, cuyo sistema siempre ha sido precario en nuestro país, ha hecho que el Gobierno tomara inicialmente estrictas medidas para frenar la expansión viral mediante el aislamiento obligatorio. Así, ya nos encontramos en la novena semana de cuarentena, y si bien el incremento de casos y muertes pudo haber sido peor, aún continúa siendo creciente, sin que sepamos a ciencia cierta cuándo llegaremos a una etapa de estabilidad y descenso de la pandemia.

En este transcurso, muchos ciudadanos peruanos se ven golpeados por las medidas de confinamiento, al no poder realizar actividades económicas ni tener los ahorros suficientes para sortear esta situación. Si bien el Gobierno ha intentado subsidiar a la mayoría de la población vulnerable, los recursos no han podido cubrir a todos, y mucho menos a aquellos que se han visto empobrecidos por estas circunstancias. Sin embargo, también existe un grueso de la población —hablamos de casi 900 mil personas— que necesita atención focalizada. Nos referimos a los migrantes venezolanos. Siendo la mayoría de ellos pertenecientes al sector informal, viviendo del día a día y de alquileres, su situación durante la cuarentena se vuelve para muchos insostenible.

 A fin de comprender mejor la situación de los migrantes venezolanos, y si es que se están tomando esfuerzos o promoviendo medidas para su atención, entrevistamos a Jorge Baca Vaughan, jefe de misión de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en el Perú. La OIM es el organismo de las Naciones Unidas que trabaja en coordinación y de manera articulada con los Gobiernos a fin de mejorar la atención de los migrantes, sin importar su calidad migratoria. Jorge, quien es nicaragüense de nacimiento (“por gracia de Dios, como decimos en mi país”, nos dice), tiene una larga trayectoria en las diferentes agencias de las Naciones Unidas, y se encuentra contento de trabajar en el Perú a pesar de las circunstancias. Veamos qué nos cuenta.

 

¿Cómo evalúas la situación de los migrantes venezolanos en el Perú en este contexto de pandemia?

 

La situación de los migrantes es bastante difícil, reconociendo que igual que la mayoría de los peruanos trabajan en el sector informal. Hay que tomar en cuenta que ya son muchos días de aislamiento y al no poder salir a ganar el “pan nuestro de cada día”, tiene un impacto muy negativo para su sobrevivencia. Los Estados tenemos una responsabilidad. Y cuando digo “tenemos” es porque todos formamos parte del Estado como ciudadanos, para preservar el derecho a la vida de todos y todas, que es el principal derecho humano básico. Entonces hay que pensar en cómo podemos asistir a una mayor cantidad de gente. Se debe evitar que salgan producto de la desesperación a buscar alimento a la calle. Hay que tomar en cuenta que muchos no pueden pagar su cuarto y están siendo desalojados. En algunos países se han prohibido los desalojos.

Sé que acá los contratos se dan entre particulares y no deberían ser afectados, pero en este tipo de ocasiones el Ejecutivo o Legislativo puede amparar —lo digo a modo de sugerencia—, ya que si hay una restricción de movilidad también se pueden generar reglas que eviten que la gente sea expulsada. Eso me parece importante para asegurar que los temas de salud y seguridad ciudadana se encuentren bien. Entre más larga la emergencia, mayor es la vulnerabilidad, porque es directamente proporcional tanto para peruanos como para venezolanos. Por eso no es raro ver a población peruana dirigiéndose hacia sus comunidades de origen, y los extranjeros viendo si se regresan también. Entonces se tiene lo que yo llamo una “tormenta perfecta migratoria”: flujos multidireccionales en medio de una crisis económica mundial, que va a tener unos impactos de mediano y corto plazo en las economías. Se ha incrementado la vulnerabilidad, por ello habría que considerar algunas decisiones por parte del Ejecutivo para que podamos, conjuntamente, atender las necesidades urgentes de esta población.

 

Es verdad que la situación de vulnerabilidad llega a todos los niveles —alimentación, trabajo, vivienda, salud— y afecta particularmente a los migrantes. ¿Cómo interviene su institución frente a una circunstancia como esta?

 

Junto con otros socios como ACNUR, que ven el tema de refugiados, tenemos un listado de población venezolana con niveles de vulnerabilidad muy altos: enfermedades, problemas serios de acceso a salud, entre otras cosas. Para ayudarlos, hemos estado participando en la distribución de canastas, alimentos complementarios para la dieta que pudieran tener. Personalmente he ido a estas distribuciones y se te quiebra el corazón al ver la terrible situación. Recuerdo una señora que mencionaba que con 200 soles pretendía vivir dos meses.

Son niveles de estar comiendo lo indispensable, ni siquiera las 2500 calorías que se requieren por día. Gracias al Instituto Nacional de Defensa Civil (INDECI) hemos distribuido estos paquetes de alimentación, que son donados por el sector privado. Entonces uno puede ver que el corazoncito del peruano está allí, late, se percata de la necesidad. El sector privado le dona al INDECI, y ellos nos llaman a OIM, ACNUR, PMA y OCHA, entre otras instituciones, para dar apoyo con la distribución, algunas veces con apoyo vehicular, y otras de puerta en puerta entregando paquetes a grupos para que los distribuyeran a nivel de barrio. Aquí se nota ese espíritu solidario. Siempre digo: cuando hay voluntad, compromiso, responsabilidad, existe la posibilidad de hacer bien las cosas. Y la respuesta en coordinación con el Gobierno y sus entidades ha sido y continúa siendo buena, por lo cual estamos sumamente agradecidos.

¿Con qué otros actores trabajan para focalizar la atención? ¿Cree que estos recursos son suficientes, y con ello hasta dónde apuntan sus esfuerzos?

 

Aquí se trabaja mucho con la sociedad civil. Por ejemplo, Unión Venezolana y otras organizaciones similares tienen y conocen perfectamente dónde viven los venezolanos y dónde está la población más vulnerable. Igualmente trabajamos muy estrechamente con la Superintendencia Nacional de Migraciones y con Cancillería, así como los ministerios correspondientes. Digamos: tienes al Gobierno, a la sociedad civil, a Naciones Unidas y al sector privado que nos permiten incidir con los escasos recursos con que contamos para esta pandemia, complementando los esfuerzos del Estado. Claro, nunca vamos a hacer capaces ni pretendemos reemplazar al Estado en sus prioridades y responsabilidades directas.

Yo siempre digo: si el Gobierno ha tomado unas decisiones para controlar la pandemia, las consecuencias de estas decisiones las tienen que igualmente asumir con toda responsabilidad. Entonces en eso estamos: se hace una abogacía, sabemos que los recursos son limitados, pero encontramos una gran receptividad y voluntad por parte de todos los actores para poder asistir a los más vulnerables. No vamos a poder llegar a todos, eso es cierto. Entonces si me preguntas hacia dónde vamos, en términos del momento, te diría que nos enfrentamos a esta fase de emergencia, que calculamos van a ser unos nueve meses desde que ya inició, en donde debemos preservar o garantizar un mínimo indispensable apoyando a los más vulnerables, a las redes de salud y seguridad existentes para mitigar los riesgos, también relacionados con estigmatización y prejuicios sociales, que seguramente van a ir incrementando a medida que los tiempos se extiendan.

Buscamos apoyar la gobernabilidad, que es un tema de carácter técnico muy importante. Y allí es donde cada agencia de Naciones Unidas —incluyendo a la OIM— se inserta para, en caso de ser necesario, poder aportar con nuestros conocimientos sobre cómo manejar la pandemia. Después de que la fase de emergencia sea contenida, tendremos que entrar a una fase de transición y recuperación, que se va a hacer más larga, pero en donde se tienen que activar las redes y las estructuras productivas del país. Hay que hacerlo de manera tal que se logre, efectivamente, en el menor tiempo posible, para integrar a la población en actividades productivas.

 

Además de la asistencia que vienen brindando en la entrega de alimentos, ¿de qué otras formas buscan prestar apoyo a los migrantes en este contexto? Hace unas semanas, se hablaba desde Cancillería de la posibilidad de dar asistencia económica a los migrantes, pero con fondos internacionales. Esto finalmente no se concretó. ¿Qué se piensa hacer al respecto?

 

Hasta el momento pudimos entregar 15 mil paquetes de alimentos, que han beneficiado alrededor de 60 mil personas. Esto gracias al consenso entre la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) y nuestro coordinador residente de Naciones Unidas, y a través de INDECI se concretó este esfuerzo. Nos fuimos a terreno a distribuir estos paquetes. Es posible que se repita la operación. También nos parece muy importante las transferencias de efectivo que se hace por celulares. Tenemos gracias al BBVA —tanto ACNUR como OIM— la posibilidad de hacer transferencia vía teléfono a la población que está en extrema vulnerabilidad. Eso evita que haya contacto directo entre el funcionario de la organización y el receptor de los recursos.

Al mismo tiempo abarata costos de transporte y estimula la economía local, en los barrios. Entonces llegas con ese recurso, lo transfieres, aunque sabemos que no es suficiente. Lo ideal sería contar con un bono universal como el que otorga el Gobierno, pero nuestras capacidades son limitadas. Creo que habrá que contar con los recursos de la comunidad internacional, que ya se están concretando. Los montos no deben ser ni más ni menos, es lo que es, para no generar molestias. Pero como no tenemos las mismas capacidades que el Estado, necesitamos también de su apoyo. Cuando escucho al presidente Vizcarra y al Ejecutivo, me queda la convicción de que trabajan bastante bien, se preocupan por los más vulnerables. Por ello, pienso que se puede hacer ajustes en cuanto al bono universal, extenderlo —es una sugerencia—, para que proteja también a esta población que se encuentra de manera regular en el país, los migrantes extranjeros vulnerables.

 

Somos conscientes de que en la actualidad se está viviendo una crisis humanitaria que obliga a muchos migrantes venezolanos, e inclusive peruanos, a recorrer diversos barrios de la ciudad, tocando las puertas de casa en casa pidiendo apoyo económico o de alimentos. ¿Qué es lo que puede llegar a suceder si continúa esta situación?

 

Vivo en Miraflores, y aquí nos vienen a tocar la puerta. Es un tema de sobrevivencia. ¿Qué hago para ganarme la vida? ¿Cómo hago para llevarle un plato de comida a mis hijos, que me están diciendo que tiene hambre? Pero el ser humano tiene una capacidad de resiliencia importante.

Lo que puede suceder es que la población, al no tener una respuesta, puede irse de travesía, de retorno voluntario a sus países de origen. En primera instancia, deben existir garantías para dejarlos volver, que les permitan poder llegar y recibir la asistencia que requieran. Es muy difícil en el contexto actual de Venezuela, pero es una responsabilidad de su Estado. Acá en Perú, la distancia a cualquiera de las dos fronteras es más de 1000 kilómetros.

Es una travesía que si la haces a pie te tomaría más de 20 o 30 días. Además, están militarizadas y cerradas las fronteras. Esto es precisamente para contener la pandemia. Si hasta a los propios peruanos les cuesta retornar a su país, imagínate tener que salir para estas poblaciones que toman las decisiones de retornar de manera voluntaria. ¿Y dónde duermen? ¿Quiénes te ofrecen apoyo? ¿Cómo haríamos para que en estas circunstancias de movilización puedan circular en su travesía hacia su país de destino? Entonces hay muchos obstáculos.

No creo que sea una sabia decisión el querer irse, retornar a su país en donde existe tantos obstáculos, tanta carencia. Pero entiendo también la desesperación. Además, hay población que quedó atrapada porque la pandemia, al igual que en muchos otros países, los sorprendió en el momento menos esperado. Allí habrá que trabajar con el Gobierno para ver qué tipo de asistencia se puede proveer. Por eso mencioné el bono universal. Las decisiones que toma el Ejecutivo —que me parecen muy acertadas— tienen efectos. Y por eso la asistencia debería abordarse de manera global, para que garantice la protección de toda la población vulnerable.

¿Qué capacidades tienen ustedes para brindar apoyo en estos desplazamientos para quienes quieren volver a su país?

 

Nosotros tenemos albergues en Tumbes. Contratamos también hoteles para este tipo de emergencias, en donde brindamos techo, alimentación y salud. También tenemos otro albergue que estamos asistiendo en Tacna. Pero son operaciones complejas, y eso no podríamos hacerlo sin el apoyo de las diferentes instituciones de la comunidad internacional, y sin el amor y la solidaridad del pueblo peruano, por el que me quito el sombrero.

Pienso que quizá a estas alturas debería haber más gente en la calle. Pero se ha llegado a un nivel de compromiso entre la población peruana con los migrantes y refugiados, porque reconocen que la situación es tan adversa para ellos como para los venezolanos, y que sería inhumano echarlos a la calle. Todo depende de cada individuo, pero creo que sí ha habido un nivel de solidaridad importante que facilita las operaciones. Además, somos latinos, eso ayuda, facilita la comunicación y en muchos aspectos la asistencia.

 

Hace un rato referimos el problema de la estigmatización hacia los migrantes. Es una práctica que se ha hecho extensiva, directa o indirectamente, entre ciertos sectores de la sociedad de peruana, los medios de comunicación e incluso el Estado. ¿Cuáles son sus peligros en estos tiempos de pandemia? Tomemos en cuenta también que hay un lamentable proceso de criminalización hacia los migrantes, pero el delito es el último recurso al que puede apelar una persona con necesidades y su pobreza no las define con propensión hacia ello.

 

Coincido con tu apreciación. Las personas no son criminales por naturaleza, la desesperación las puede llevar, en último caso, a algunas de estas accionesPor ello, es importante atacar la estigmatización desde tu trinchera, desde tu puesto de trabajo, resaltando lo positivo de la migración. Pasa que a veces el sensacionalismo, el amarillismo y las noticias de este tipo capturan la atención de los lectores, los televidentes y quienes navegan en internet.

Pero debemos tener en claro que la mayoría de las personas migrantes son gente honesta y trabajadora, que trata de ganar algo para enviarle a su familia, a sus países de origen. Siempre le digo a las personas que me escuchan: “Pónganse en sus zapatos y piensen en el 10 % de la población peruana que vive en el exterior. ¿Les gustaría que esto sucediera con ellos? ¿Que a tu vecino, a tu hermano, a tu papá, a tu mamá la trataran mal por ser peruana? Allí empiezas a ver la realidad desde otra perspectiva, desde la del ser humano.

Por ello, pongámonos la camiseta humanitaria. Pensemos en el prójimo como alguien que está necesitado y, en esa medida, veamos cómo distribuimos los recursos de forma tal que beneficie a los más vulnerables. De allí surge la sugerencia de que se considere incluir a toda la población vulnerable en el bono universal. Esto porque lamentablemente se podrían dar problemas de seguridad y salud pública al verse obligados a ganar el “pan de cada día”. Y se tendría que dar otras soluciones a la larga más onerosas y de muy difícil administración, como la creación de albergues para poblaciones tanto de peruanos que quieren retornar a sus comunidades de origen como de extranjeros que quieren retornar a sus países. Claro que también podría generarse la estigmatización de la población albergada por su origen o nacionalidad. Los albergues serían una opción, pero considero que deberían evitarse en la medida de lo posible.

 

En esa línea, ¿cuál es el camino para luchar contra la xenofobia y la estigmatización?

 

En principio, se tiene que pensar en la estabilización de las comunidades, construir espacios en común, fortalecer a los Gobiernos locales, ser transparente en los procesos, con una distribución equitativa, cohesión social, enfoque de género y una comunicación estratégica para sacar lo positivo de la migración. Empiezas a dejar de lado todos los ataques xenófobos que a veces se predican y se promueven en algunos sectores. Estamos convencidos de que los aportes de los migrantes y refugiados son importantes, y esto lo confirman el Banco Mundial y el BBVA en sus reportes.

El producto bruto interno (PBI), se incrementa con la presencia de migrantes. En esta situación, los médicos, por ejemplo, están encontrando una oportunidad para integrarse. Pero hay que ser claros: esta crisis económica genera desempleo, y va a generar menos oportunidades para los peruanos y para los venezolanos, migrantes y refugiados en general. Entonces nuestro programa de asistencia tendrá que ser incrementado para poder atender a los más vulnerables.

 

¿Y cómo hacerle frente, en último caso, a los discursos de odio?

 

Siempre digo: por acción o por omisión, somos responsables de lo que tenemos. Y si predominan las malas noticias, debemos hacer justicia a las buenas. Debemos publicar las cosas buenas, resaltar lo positivo de los flujos migratorios, cómo enriquecen a los países, y combatir de manera respetuosa esas expresiones de xenofobia y estigmatización.

 

Quizá también ganarle espacios a los xenófobos, que no traten de convencer a otras personas. Y esto nos trae nuevos retos, más aún después de la pandemia.

 

En ese sentido, hay todo un reto que nos compete a todos. Esa articulación con otros organismos y el Estado peruano es de vital importancia. Te voy a ser honesto: me da la impresión de que primera vez en la historia de la humanidad algo así sucede, pero lamentablemente tendrá un impacto que ya estamos viviendo, una crisis económica que se tendrá que ver cómo solucionar a corto, mediano y largo plazo. No es nada alentador. Entonces tienes una crisis económica y unos flujos migratorios que se van a ir incrementando a nivel mundial.

El mayor expulsor es la pobreza. Recuerda cuando Sendero Luminoso era aquí un problema serio, los peruanos salieron del país porque nos les gustaba el nivel de protección, se sentían con temor, y otros por pobreza producto de este problema. Sin embargo, las sociedades se estabilizan y van generando recursos, pasamos a otras modalidades de intervención, y es allí donde debemos apuntar todas las agencias. En el caso, de la postpandemia: ¿cómo se inyectan los mercados?, ¿cómo se vuelve a la normalidad en el menor tiempo posible? Porque ya está visto que los más afectados son el 70-80 % de la población, que es del sector informal. Y eso tiene un gran impacto: pasas de pobreza a extrema pobreza.

Retrocedemos en nuestros objetivos de desarrollo humano sostenibles de manera importante. Eso es preocupante, pero es el resultado de una pandemia. Entonces hay que fortalecer las estructuras de salud, tanto a nivel central como a nivel municipal, y prepararnos para futuras pandemias, incluyendo esta misma, porque no sabes con qué fuerzas va a regresar y cuándo. Pero ya sabemos que estas políticas de control en cuanto a la dispersión del virus afectan a la economía y va a ir en escala. No creo que todo vuelva a la normalidad de la noche a la mañana. Allí habrá que ser ingeniosos, pero sobre todo muy solidarios. Los que vivimos en este pedazo de tierra, hoy más que nunca tenemos que pensar que debemos unirnos para salir adelante ante la adversidad y poder construir un futuro mejor para nuestros hijos. Es lo que creo que todos debemos empujar con este esfuerzo.

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