Juntas Vecinales: Un aliado clave a la espera
Por Nancy Mejía/ Coordinadora IDL-SC
Las juntas vecinales se han caracterizado siempre por ser esa gran organización de ciudadanos y ciudadanas que trabajan de manera voluntaria para controlar, de manera preventiva, el avance de la delincuencia y, de esa manera, mantener la paz en sus comunidades.
Su organización dentro de los barrios se da por sectores, de tal manera que pueden organizar su trabajo en coordinación con la policía comunitaria y aquellos gobiernos locales que dentro de estos espacios focalizados apoyen este tipo de iniciativas.
En el año 2003, se creó el Sistema Nacional de Seguridad Ciudadana (Ley Nº 27933) para institucionalizar las relaciones entre los organismos del Estado y la sociedad civil. Su finalidad era contribuir a garantizar la paz y reducir la criminalidad y la delincuencia común; así, en octubre de ese mismo año, se creó el Plan Nacional de Seguridad Ciudadana. Esta normativa nacional es la matriz bajo la cual todos los planes distritales deben formularse. Uno de sus principales aportes es la creación de los Comités Distritales de Seguridad Ciudadana (CODISEC) como máxima instancia de dialogo y coordinación en materia de seguridad a nivel distrital y que precisa la participación de las juntas vecinales en dichos comités como representación de la comunidad.
En ese sentido, la participación de los vecinos ha sido muy importante en estos últimos tiempos. Ellos son un gran soporte, pues brindan información de los delitos ocurridos en sus zonas, facilitando de esta manera datos de primera fuente a la policía y las autoridades, lo cual permite planificar las estrategias de intervención en los puntos de mayor incidencia delictiva. Así también, las juntas forman parte de las actividades que se desarrollan en los programas preventivos, educativos, de reinserción, en las acciones cívicas, en las mesas de concertación y de género, presupuesto participativo, entre otros.
Experiencias exitosas del buen trabajo de las juntas vecinales hay muchas. Todos los años hacemos una selección de algunas de ellas para presentarlas en los Informes Anuales de Seguridad Ciudadana del Instituto de Defensa Legal (IDL), en los que damos cuenta cómo una población organizada, puede resolver fácilmente los problemas de una comunidad.
Ahora el escenario es otro, el estado de emergencia sanitaria en el país ha generado un cambio total. En algunos sectores se ha impulsado el teletrabajo, aunque este no es una posibilidad para la mayoría. Algunos también han comenzado a trabajar con una serie de medidas de protección y certificaciones médicas que los avalan de no estar contagiados.

En el caso de las juntas vecinales —organizaciones que realizaban patrullajes mixtos, acciones cívicas, actividades preventivas, capacitaciones permanentes, entre otras— su trabajo ha quedado suspendido. Las rondas están prohibidas por el momento. No se pueden exponer. Al inicio, se pensaba que la emergencia sanitaria sería breve, pero como sabemos esto no ha sido así.
Sin embargo, esta situación no ha significado su paralización total. Muchos de ellos se han readecuado a la situación de manera considerable: las comunicaciones vía WhatsApp están operando ahora con mayor intensidad, la observación desde sus casas continua, así como sus reportes a los promotores de participación ciudadana y comisarios, con quienes interactúan ante cualquier emergencia.
Sostenemos que las Juntas Vecinales pueden nuevamente asumir el rol de grandes aliados en el control y prevención de esta pandemia: trabajando desde sus casas vía telefónica, informando sobre la situación de sus respectivos barrios, haciendo seguimiento a casos sospechosos y confirmados de contagio, como también de violencia familiar y de género…
Una de las dificultades que tienen es que, en su gran mayoría, los integrantes de las juntas vecinales son personas mayores. En este contexto, la dinámica de la readecuación los ha obligado a aprender rápidamente a utilizar herramientas como Zoom y WhatsApp, por donde graban vídeos. Antes, el uso de estos medios no era tan común en sus labores. Sin embargo, la emergencia sanitaria ha generado un interesante proceso de retroalimentación entre ellos y sus familiares más jóvenes, como sus nietos, para emprender un aprendizaje nuevo en la utilización de estas nuevas tecnologías. La mayoría de los líderes de las Juntas Vecinales con quienes conversamos nos indicaron que esto había sido algo positivo que habían podido rescatar en medio de esta difícil experiencia.
En una situación como la actual, sostenemos que las Juntas Vecinales pueden nuevamente asumir el rol de grandes aliados en el control y prevención de esta pandemia: trabajando desde sus casas vía telefónica, informando sobre la situación de sus respectivos barrios, haciendo seguimiento a casos sospechosos y confirmados de contagio, como también de violencia familiar y de género, comunicando sobre nuevos factores de riesgo, actos delictivos, necesidades de alimentación en sus territorios, llegada de los bonos y las canastas, familias en necesidad de asistencia social y, principalmente, fiscalización ciudadana que parece tanto faltar ahora si nos basamos en los reportajes e informes sobre irregularidades graves cometidas por funcionarios públicos.
Es indispensable que se genere este escenario. El retorno a la normalidad no será fácil. Tendrá que haber todo un periodo de readecuación y reaprendizaje para que podamos nuevamente empezar con nuestros trabajos habituales. El aislamiento social ha generado muchas emociones encontradas, según nos comentaba un líder vecinal.

Existe una pregunta que solo el tiempo podrá responder: ¿cuáles serán los nuevos desafíos de las Juntas Vecinales, luego del levantamiento de la emergencia? Más allá de los nuevos obstáculos que puedan surgir hay algo sobre lo cual sí tenemos certezas: las Juntas Vecinales son una de las pocas organizaciones de base en el país que han podido mantener su relevancia e importancia a lo largo de muchos contextos adversos. Además de la confianza y credibilidad que gozan entre la población de sus distritos porque forman parte de ella. Quienes trabajan en ellas saben el esfuerzo que implica esta importante labor social que por más de 23 años se ha mantenido de manera voluntaria, aportando al país y la ciudadanía. Seguramente, seguirán en ese camino y estarán a la altura de cualquier responsabilidad mayor que se les pueda encomendar en beneficio de sus comunidades. Para ellos la efectividad, eficiencia y transparencia son la proyección de los valores que desean ver en su comunidad, familia y patria.