La agonía de Rosalino, la última víctima de las protestas en Perú

La agonía de Rosalino, la última víctima de las protestas en Perú

Noticia publicada en News.Eseuro el 23/03/23

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Rosalino Flórez Valverde recibió los 22 años como ningún cumpleañero merece: inconsciente e intubado, lejos de su tierra y su familia, en la Unidad de Cuidados Intensivos de un hospital limeño. Aquel 25 de enero sólo lo acompañó por los pasillos su hermano mayor Juan José, testigo del preciso momento en que su vida comenzó a desmoronarse. Dos semanas antes, en Cusco, un policía había sido despiadado con Rosalino disparándole una ráfaga de perdigones en la espalda a una distancia de no más de tres metros. Con esa escena -que ha quedado grabada en vídeo- comenzó una agonía de 69 días que terminó el pasado martes, con Rosalino ocupando un ataúd.

“Tengo ganas de comer, hermano, y eso es lo que más me duele”, le dijo Rosalino a Juan José más de una vez en los últimos meses. Cada queja era realmente una súplica. Los 36 perdigones metálicos, a la altura de su abdomen, le destrozaron los intestinos y le afectaron el hígado. Desde entonces, este estudiante de gastronomía, que estaba a una semana de finalizar sus estudios, no ha vuelto a tomar ningún alimento por vía oral.

Rosalino Flórez Valverde es la víctima número 67 de las protestas contra el Gobierno de Dina Boluarte. El segundo desde Cusco junto al dirigente Remo Candia Guevara. Creció cultivando papa y maíz en las comunidades campesinas de Conchacalla y Ccachupata, en el distrito de San Jerónimo, y luego encontraría trabajo como albañil para ayudar a sus padres y sus cuatro hermanos. Escuchó huaynos y cumbias, pero también raperos que rimaban con conciencia social como el famoso Canserbero.

Juan Jose Florez y Leonarda Valverde, hermano y madre de Rosalino Florez.Ángela Ponce

En la fatídica tarde del 11 de enero, Rosalino y Juan José salieron a las calles a expresar su descontento con la clase política como varios miles de personas a nivel nacional. Eran los días más calurosos de las movilizaciones. La Avenida 28 de Julio sería el escenario de la crueldad. En el vídeo se puede ver como Rosalino se refugia detrás de un árbol mientras la multitud huye de las Fuerzas del Orden hasta quedarse solos. Un agente se le acerca con su arma y lo persigue. El niño echa a correr y el policía le dispara por la espalda una y otra vez hasta que se desploma y queda tirado en la vía. “Pensé que mi hermano también había corrido, pero se quedó atrás”, lamenta Juan José. La tomografía del ataque se asemeja a un tablero de tiro al blanco: muchos puntos dispersos en la parte baja de la espalda.

Once días permaneció Rosalino en el hospital Antonio Lorena de Cusco. Fue operado tres veces. Redujeron sus intestinos al mínimo y lograron sacar catorce de los 36 perdigones. Con la ayuda de la diputada Ruth Luque, fue trasladado a Lima —la ciudad que nunca conoció— para ser internado en el hospital Arzobispo Loayza.

Durante todo ese tiempo estuvo a su lado Juan José, el joven de 24 años que en la noche de este miércoles se encuentra con un micrófono en la mano y los ojos cerrados, en una conferencia improvisada, en una iglesia luterana, en el barrio de Breña. . , en Lima. Está sentado junto a su madre Leonarda, descorazonada como él. A pocos pasos se encuentran los restos de Rosalino, flanqueados por arreglos florales. Al pie de su ataúd, bajo unas rosas blancas, se distingue claramente un signo de interrogación sobre una hoja de papel: Dina, una asesina, mira tu obra.

Una de las radiografías tomadas a Rosalino Florez que muestra los impactos.Cortesía

Juan José toma un sorbo de agua, echa el cuerpo hacia atrás y, en medio de su dolor, reúne fuerzas para narrar la desgracia de su familia. Cuando las palabras se atascan, Leonarda, que usa un delantal, lo abrazará por la espalda. “Nosotros en el campo no tenemos derechos. Me han perseguido para saber cómo estaba mi hermano. La Policía no sabe qué son los valores”, denuncia. Luego es el turno de Leonarda, quien habla quechua y requiere de un traductor. “No sé cómo encontrar consuelo. ¡Quiero justicia! ¡Quiero que encuentren quién le disparó! ella implora.

El abogado que ha asumido la defensa de la familia de Rosalino, Juan José Quispe, destaca la lentitud de las investigaciones y la represión policial. “Basta de historias: los perdigones son letales cuando se usan a corta distancia. Increíblemente, este caso estaba siendo investigado en Cusco como lesiones menores. Ya han pasado más de dos meses y la investigación es incipiente. Por eso hemos pedido que el caso sea visto por la Fiscalía Supraprovincial de Derechos Humanos de Lima. Rosalino no tenía rastros de plomo, bario o antimonio en la mano. No tenía ningún arma de fuego, y aun así le dispararon de manera astuta”, dice.

Hace unos días, el Departamento de Estado de Estados Unidos publicó su informe anual sobre derechos humanos, donde analizó las protestas que estallaron en Perú desde diciembre pasado. “El Gobierno no previno de manera efectiva los abusos ni castigó a quienes los cometieron (…) hay un problema importante de impunidad”, señala el documento. En ese sentido, la diputada Ruth Luque, quien estuvo presente en el velorio, sostiene: “Yo no soy de las que creen que la responsabilidad corresponde solo al alto mando de la Policía, sino también a los líderes políticos que tenían la obligación de preservar la vida de las personas y no lo hicieron”.

Fotografía por Rosalino Flórez.Cortesía

“Cuando un guerrero muere, nunca muere”, resuena en la sala. Algunas mujeres aymaras serán las primeras en dar el pésame a Juan José y Leonarda. Al día siguiente, jueves, el cuerpo de Rosalino será trasladado a Cusco, donde será paseado por varias calles, entre ellas la avenida 28 de Julio, donde fue baleado. Tomará el camino a casa, las comunidades campesinas donde nacieron sus padres. Allí Rosalino volverá a la tierra. La justicia de los hombres seguirá su curso.

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