Publicación del informe de seguridad ciudadana: “La crisis permanente: inseguridad, ingobernabilidad y pandemia en el Perú”
¿La criminalidad volvió a retomar sus niveles de prepandemia? ¿Ya podemos decir que nos encontramos ante un desborde de inseguridad? ¿Cuáles han sido las estrategias del Ministerio del Interior y la Policía para hacerle frente? ¿La prolongada crisis política, la ingobernabilidad y la polarización afectan las políticas de seguridad pública? ¿Con qué elementos contamos para hacerles frente al delito? Son algunas de las preguntas que ha buscado resolver el nuevo informe “La crisis permanente: inseguridad, ingobernabilidad y pandemia en el Perú”, elaborado por el Área de Seguridad Ciudadana del IDL.
El informe está dividido en cuatro capítulos. En el primero se aborda la situación de la seguridad en el país a partir de las estadísticas sobre victimización y percepción de inseguridad, así como el registro nacional de faltas y delitos. En esta oportunidad, se ha puesto un especial énfasis en la situación de la violencia de género en el país —que se agravó de manera desconcertante durante el estallido de la crisis sanitaría—, como también en el estado del sistema penitenciario a nivel nacional, también afectado gravemente por la pandemia.
El segundo capítulo ofrece una lectura política de los principales acontecimientos en materia de seguridad ciudadana que marcaron la agenda del ente rector (MININTER y PNP), así como los cambios y derroteros tomados. Se enfoca principalmente en la gestión transitoria del Gobierno del expresidente Sagasti y su encargado en el sector Interior, José Elice, así como en el inicio de gestión del actual presidente Pedro Castillo.
El tercer capítulo del informe recoge las experiencias de actores locales —policías comunitarios y juntas vecinales— en la gestión de la seguridad de sus entornos inmediatos, contando las experiencias específicas de territorios y espacios geográficamente tan distintos como Huaral, Lima y Cusco; pero demostrando, en cada una de estas crónicas, que todavía es posible realizar esfuerzos importantes en la lucha contra la seguridad desde la experiencia local.
Finalmente, el cuarto capítulo describe la situación de la seguridad en Lima Metropolitana y Callao desde un análisis de los recursos humanos y no-humanos disponibles para este esfuerzo: personal de policía, serenazgo, sistemas de videovigilancia, inversión a nivel distrital en seguridad, entre otros.