Sacerdotes Berjón y Cárdenas: “En las comunidades indígenas de Iquitos morirán muchas personas que ni siquiera aparecerán en las estadísticas oficiales”
El testimonio de dos sacerdotes agustinos ha sido recogido por un medio de comunicación del Vaticano. “Ellos son Manuel Berjón y Miguel Ángel Cadenas, párrocos de la Iglesia Inmaculada en Punchana, Iquitos. Ellos y Carmen Arevalo, ex directora de la Vicaría de Iquitos, convocaron a IDL a patrocinar legalmente los casos de Hidrovías, Punchana y Cuninico. Ambos viven hace muchos años ahí y por eso sus testimonios son de gran valor para saber cómo el coronavirus está afectando a los más pobres de la ciudad de Iquitos y a las comunidades indígenas”, sostiene Juan Carlos Ruiz, del Área de Litigio Constitucional y Pueblos Indígenas del IDL.
Ellos han declarado al periodista Manuel Cubías que en Iquitos la situación sanitaria es precaria. La epidemia del dengue ha cobrado la vida a más de doce personas y actualmente hay más de 4200 casos. Ahora, la pandemia del COVID-19 es parte de su realidad.
“El personal sanitario afirma que el dengue sigue su curso. Esta enfermedad habla de problemas como falta de agua potable, falta de alcantarillado y la recolección de basura. Esto es debido en parte a la corrupción que impera en la localidad y el país. Hay una polémica entre los políticos locales y el Ministerio de Salud, pues se están tomando decisiones sin mucha reflexión. Esta situación no es buena para nadie”, afirman los religiosos.
En los años 70 la Iglesia católica formó redes de apoyo con promotores de salud en los pueblos indígenas y en los ríos amazónicos. Pero, a medida que el Estado fue estableciendo postas sanitarias con profesionales de la salud, esas redes fueron desapareciendo. Los sacerdotes sostienen que no hay personal capacitado en salud intercultural, ya que los profesionales han sido formados con una lógica occidental y no entienden la cultura indígena.
En la región hay un solo hospital que está en Iquitos, y está mal abastecido. El personal sanitario está cansado por la epidemia de dengue, hay pocas camas, unos cuantos respiradores. La Iglesia católica ha ofrecido un centro de retiros para ponerlo al servicio del Ministerio de Salud.
“Estamos confinados desde el 16 de marzo, pero en una región donde la gente vive al día, es más difícil porque muchos no tienen qué comer. El Estado ha dado un bono de 380 soles a un número importante de familias, pero olas que no aparecen en el padrón llaman a las puertas de las parroquias pidiendo alimentos. Otra cosa es que los techos de las casas son de calamina y ese material produce mucho calor. Por eso es que la gente permanece mucho tiempo en la calle. Creo que se han hecho muy pocos esfuerzos por explicar a la población por qué debemos quedarnos en las casas. Esto significa que gran parte de la población no está comprendiendo lo que sucede. Y esto significa que tenemos una gran población con miedo, pero no sabe a qué y no sabe cómo defenderse”, relatan.
Con respecto a los pueblos indígenas puntualizan que el coronavirus ataca a los indígenas que viven en las cabeceras de los ríos. En esas comunidades el sistema sanitario es muy deficiente. Hay postas médicas en las comunidades más grandes, pero no están equipadas, menos aún con camas ni respiradores artificiales.
Ambos coinciden en que morirán muchas personas que ni siquiera van a aparecer en las estadísticas oficiales.
La pandemia también afecta a los indígenas que viven en las ciudades. “Este covid-19 está mostrando la discriminación hacia los pueblos indígenas. En la ciudad se les considera personas débiles, y es cierto que padecen enfermedades producto del cambio alimentario”, afirma el padre Miguel Ángel.
Otro gran peligro es que continúe el movimiento de la ciudad hacia la zona rural, y se extienda el contagio. Añaden: “Esta zona comparte frontera con Ecuador, que actualmente está desbordado por la enfermedad, y Brasil, que no está haciendo lo suficiente. Por esta razón será necesario un acuerdo entre las tres naciones para enfrentar la epidemia”.
Éste es un Estado colonial. La lógica de funcionamiento sigue siendo la del saqueo, sin ningún interés en la población ni el ambiente.